Artículo publicado en www.elcanarioroller.com



Denominamos estirpe a un grupo de canarios emparentados, con unas características propias  relativas tanto a su canto como a otros rasgos: anatómicos, de posición  e incluso de marcas en el plumaje, que los identifican y se mantienen a lo largo del tiempo pasando de unas a otras generaciones sin apenas variar.
La estirpe es la raíz y el tronco de una familia o linaje; la raíz suele estar formada por un macho y varias hembras. Criando con sus descendientes, sin introducir animales ajenos, se va formando el tronco de la estirpe.
Las características  intrínsecas a la estirpe tardan varias generaciones en aparecer, más de diez o doce generaciones son necesarias para fijar en la mayor parte de sus ejemplares un denominador común. Varios criadores estamos trabajando con una estirpe con más de setenta generaciones a sus espaldas, gracias a la generosidad de D. Fco. Alarcón que a su vez los recibió de Sneider  y este a su vez de criadores alemanes de principio del siglo XX.
Afortunadamente, criadores jóvenes con gran afición y desplazándose muchos Km., han importado ejemplares de criadores de mucha edad y contrastados conocimientos. Estos magníficos animales definen perfectamente  sus orígenes; basta haber escuchado y observado los canarios de Mario Sánchez para entender lo que quiero decir, son una estirpe muy pura con características propias muy bien definidas. Anteriormente también se habían importado canarios de Alemania  con emisiones, sobre todo en notas medias, de altísimo valor  y súper personalizadas.
Los premios obtenidos a nivel internacional por el roller ,colocan a España en la elite mundial y demuestran que hoy por hoy poseemos ejemplares del más alto nivel; es necesario por tanto conservar y si fuera posible mejorar estos animales y proyectarlos hacia el futuro; para lo cual debemos concentrar nuestros esfuerzos en la conservación de las distintas estirpes.
La conservación de una estirpe pasa por conservar su tronco, lo cual exige criar en pureza y evitar una excesiva consanguinidad. Apareando ejemplares puros entre sí, procurando conservar el vigor y el tamaño de los animales, ya garantiza la continuidad en el tiempo de los valores que atesoran. Esta labor debe ser compartida por varios criadores para que el número de ejemplares criados cada año sea al menos de 150 , lo cual nos permite descartar los que no alcancen los parámetros básicos establecidos y evitar al mismo tiempo el cierre en consanguinidad.
Es un trabajo en equipo que debemos afrontar con seriedad, lógicamente es necesario llegar a un entendimiento entre las parte; pero con un poco de buena voluntad  se consigue fácilmente. Es fundamental que el trabajo se base sobre ejemplares troncales puros; esta colaboración no resta competitividad ante al contrario, la aumenta, pues iguala las condiciones de partida.
El intercambio de ejemplares de alto valor entre los que cultiven la misma estirpe se hace imprescindible para mantener la uniformidad y no desarrollar ramas puras en paralelo, que sin ser malo en si mismo produce bifurcación en la estirpe y con el tiempo la amenaza como tal. Una vez más la generosidad y la reciprocidad deben ser máximas por parte de todos, se trata de superar el tengo con el tenemos; es decir, entender la afición de una forma más amplia dando el valor y prioridad a la conservación de la estirpe sobre el interés personal en determinados momentos. Soy consciente que no es fácil; pero los hechos demuestran año tras año, y ya van muchos, que es posible. Es cuestión de que las personas adecuadas se encuentren.
Si partimos de animales troncales y cerramos en consanguinidad sobre uno o dos ejemplares provocamos el desarrollo de una rama pura o línea; esto se hace con el objeto de fijar alguna cualidad especial que dichos ejemplares manifiestan. Si se consigue el objetivo, debemos volver ese logro hacia el tronco para incorporar a toda la estirpe el avance logrado y diluir los efectos perniciosos que el cierre siempre produce.
No hay un número de generaciones concreto para el desarrollo de una rama pura; pero por encima de cinco o seis generaciones ya el entroncamiento es más problemático pues las discrepancias  genéticas pueden ser ya importantes. Hay que tener un cuidado especial con los posibles defectos que se fijen en la rama pura pues al entroncar con lo bueno va lo defectuoso y con alta probabilidad de que sea dominante.
Para intentar mejorar algún aspecto de la estirpe podemos desarrollar una rama bastarda, para lo cual debemos introducir animales ajenos a la misma. Estos canarios deben ser elegidos con sumo cuidado; deben acreditar dominancia en la cualidad que nos interesa, ser de gran tamaño y no discrepar demasiado en la forma de emitir con nuestros animales, musicalidad y ondulación son cualidades que debemos exigir. Cuanto más reflexionemos sobre los candidatos menos tiempo perderemos en crianzas inútiles o perniciosas.
Los descendientes que manifiesten la mejoría y sean válidos en los demás aspectos debemos volverlos contra ejemplares troncales y observar la descendencia. Sólo si  se transmite a la tercera generación  tiene sentido seguir el desarrollo de esta rama impura, de no ser así  deben eliminarse como reproductores a todos los híbridos.
Si el éxito nos acompañó, los descendientes de la tercera generación deben volverse contra sus antecesores ajenos a la línea y sus descendientes son los que utilizaremos como pareja de nuestros troncales más puros. Estos cruces alternativos de apertura y cierre habrá que repetirlos varias veces hasta que consigamos nuestro objetivo; por tanto debemos criar en paralelo los ajenos si no disponemos de la colaboración de otro criador.
Cuando tenemos una estirpe muy pura estas incorporaciones suelen ser transitorias, quiero decir que al cabo de poco tiempo expulsan lo que aparentemente habían incorporado; por tanto lo descrito últimamente no deja de ser un test de pureza.
Si disponemos de varias líneas bastardas, el cruce entre sus individuos puede producir ejemplares magníficos; pero sin consistencia genética  y debemos desecharlos como reproductores. El aparcar estos ejemplares nos cuesta mucho pues a veces son excepcionales; pero su descendencia suele ser muy dispersa y es una de las formas más frecuente de producir la decadencia de un criadero .Es el típico canario de 90 puntos  que no da nada.
El manejo de líneas  bastardas es peligroso y debemos limitarlo a los casos de estricta necesidad, como problemas de fertilidad o decadencia física acusada y no hay o no podemos conseguir ejemplares de la estirpe con el vigor necesario ; pero que sea peligroso no significa que renunciemos a ellas , en ocasiones pueden ser  imprescindibles para evitar la decadencia o cuando conseguimos sólo un número muy pequeño de ejemplares de una estirpe que nos interesa .En este último caso debemos utilizar nuestros canarios como ajenos a la estirpe que deseamos desarrollar y volver siempre los híbridos  contra los puros de la nueva estirpe ; abusando un poco de la consanguinidad conseguiremos ampliar el número de ejemplares con una sola aportación de ajenos ,si la estirpe es suficientemente pura esta aportación de ajenos no la va a afectar a medio o largo plazo.
En mi opinión el valor de la estirpe es más importante que el valor del individuo; además el individuo tiene un límite biológico y la estirpe puede ser indefinida en el tiempo, esto explica que  ejemplares mediocres o incluso malos de una buena estirpe producen descendientes magníficos como muchos de nosotros podemos acreditar.
El conservar y desarrollar una o varias estirpes es una obligación que recae sobre los denominados Criadores Nacionales; para darle un mínimo de contenido al título. Además de obligación es muy reconfortante y con el paso del tiempo produce más satisfacciones que el típico trofeo de este o aquel concurso; pasando a ser los canarios los auténticos protagonistas de la afición.
Por otro lado tampoco es muy complicado, basta aplicar la famosa fórmula de Sneider: “FUERZA Y PUREZA DE SANGRE “ ; que suscribo plenamente y que me hubiera encantado haberla inventado yo ;pero me basta disfrutar cuidando y escuchando los descendientes de sus magníficos ejemplares conservados en pureza por distintas personas  a lo largo del tiempo, demostrando una vez más que el individuo desaparece y la estirpe prevalece.
Aprovecho la ocasión para pedir la colaboración de todos en la conservación de este pequeño  PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, que es el canario roller.