Transmisión genética del canto

En este punto reflexionaremos acerca de una serie de cuestiones de gran interés para el canaricultor de canto, si bien hemos de advertir que en algunos casos se trata de meras hipótesis de trabajo, al no poder contar con una confirmación científica de lo expresado. Nos referiremos principalmente a dos temas:

1) ¿Cómo se transmite la base hereditaria del canto?

2) ¿Quién aporta más al canto de los hijos, el padre o la madre?

3) ¿Cómo se transmite la base hereditaria del canto?

Hemos dicho que el canario de canto hereda la predisposición innata para realizar una serie de giros indeterminados que se irán plamando en una melodía, a través de la influencia de factores tales como las condiciones anatómicas y las circunstancias en torno a las cuales se ha desarrollado el animal.

La información que determina los diferentes caracteres de los individuos se encuentra, como ya sabe el lector, en los genes, que ocupan un determinado locus o lugar en los cromosomas, los cuales se encuentran por parejas, en estado diploide. Cada progenitor ha aportado a su prole la mitad de su dotación cromosómica, que los gametos o células reproductoras tan solo son portadores de un número haploide de cromosomas, la mitad de la constitución genética del animal. Del número total de cromosomas, dos constituyen la pareja de cromosomas que rigen el sexo de los animales y por ello son denominados cromosomas sexuales, el resto son denominados autosomas. El número de cromosomas varía en cada especie, en el hombre son 46, mientras que en el canario son 18, distribuidos en nueve pares. Volviendo a los cromosomas sexuales, éstos se denominan X e Y, en el caso de los mamíferos, y Z y W, en el caso de las aves. En los mamíferos, los machos poseen un cromosoma sexual X y un cromosoma sexual Y, las hembras poseen dos cromosomas X, los machos determinan el sexo de la descendencia mediante el cromosoma sexual Y. En las aves ocurre al revés, los machos poseen los dos cromosomas sexuales iguales, ZZ, las hembras tienen un cromosoma Z y un cromosoma W, con lo que son éstas las que determinan el sexo de los polluelos. El número de machos y de hembras, en base a lo anterior, debería ser en teoría igual, como se ve en la siguiente tabla:

De la anterior tabla se desprende que hay el mismo número de posibilidades de que salgan machos que de que salgan hembras. Todos sabemos, por experiencia, que el azar es caprichoso y que no siempre se obtiene el mismo número de machos que de hembras. Esto sirve para darnos cuenta de que a pesar de tener que observar las leyes de la Genética, muchas veces, la aleatoriedad de las combinaciones hace que los resultados no sean los deseados y esperados.

El canto de los pájaros, en cuanto que es perceptible por nuestros sentidos, es uno de esos caracteres externos que conforman el fenotipo, como ya se ha apuntado a lo largo de estas líneas. La función canora corresponde a los machos, las hembras no suelen cantar, a pesar de que hay algunas que emiten una serie de sonidos que nos recuerdan al repaso o canción plástica de los jóvenes machos, pero que no alcanzan el tono y la intensidad del canto de los machos, ni las características musicales que se buscan en las razas de canarios especializadas (ritmo, armonía y melodía). La principal causa de qe se den las hembras cantarinas es un desequilibrio producido por un exceso de hormonas masculinas en la sangre, muchas veces se da en hembras adultas después de la temporada de cría o en hembras viejas. El hecho de que la emisión del canto sea prerrogativa casi absoluta de los machos nos lleva a plantearnos si es un carácter ligado al sexo o un carácter de transmisión libre (cuyos genes reguladores se encuentran en los autosomas, no en los cromosomas sexuales), pero condicionado por aquél. Las consecuencias de una u otra posición son de crucial importancia para el trabajo de la base genética del canto del canario. Lamentablemente, y en un plano estrictamente científico, no me es posible decantarme por una u otra postura. Sin embargo, como hipótesis de trabajo, parto de que los genes que rigen el canto (una o varias parejas), tal como lo entendemos en nuestra afición, se transmiten ligados al sexo, se hallarían localizados en el cromosoma sexual Z. El patrón genético de canto se transmitiría de la misma forma que cualquier otro carácter ligado al sexo.

Pero aunque esa hipótesis fuera correcta, no podemos olvidar el resto de genes presentes en los otros 16 cromosomas del canario que determinan aspectos tan importantes como los caracteres morfológicos o anatómicos del pájaro. Tampoco debemos olvidar la influencia de los factores medioambientales. Dos ejemplares con la misma combianción genética unca serían iguales por esa influencia medioambiental (en la cual debe introducirse el factor humano).

Sus características morfológicas hacen del canario una verdadera caja de música, en la que si una pieza no encaja del todo, mal podremos esperar que el sonido sea perfecto. El canario de canto requiere de un tipo, que deberá ser observado por el criador. Cada raza de canarios de canto tiene una estructura morfológica típica, que es la que marca, junto a un aparato de canto especial, las diferencias sonoras ya conocidas por los aficionados. Deberemos acudir al estándar de la raza que cultivemos para realizar los cruces. Tan solo decir a este respecto y como característica general de los canarios de canto, su amplia capacidad pectoral, como no podía ser de otra forma, al albergar un sistema respiratorio muy desarrollado. Para terminar la referencia sobre la importancia de la anatomía del buen cantor, resaltemos que por mucha que sea la calidad genética de un ejemplar, en lo que al canto se refiere, si no se ve acompañada de unas condiciones físicas y de un aparato de canto adecuado difícilente podrá aflorar.

En lo referente a los factores externos o medioambientales, sería pretencioso intentar hacer una relación de todos los factores que inciden en el desarrollo del canario, dado que sería imposible enumerarlos sin olvidarse de alguno. Por ello diremos que el criador debe favorecer el correcto desarrollo físico de sus ejemplares, teniendo en cuenta que en éste influyen desde la forma en que los ceba la hembra, hasta el más ligerísimo catarro. También deberemos procurar, como ya hemos dicho varias veces, que nada pueda desviar a los jóvenes canarios de su repaso.

2) ¿Quién aporta más al canto de los hijos, el padre o la madre?

Entre los canaricultores encontramos dos posibles respuestas a esta cuestión:

Por un lado, encontramos la que llamo la postura tradicional, que cuenta con un gran número de defensores y que durante mucho tiempo ha sido la respuesta mayoritaria en el seno de nuestra afición a la pregunta planteada. Los seguidores de esta postura mantienen que es la hembra la que más influencia tiene en el cano de los hijos o, dicho de otro modo, la que mayoer información aporta a su patrón genético de canto, no es extraño oír o leer que la hembra influye en un 60% o más en el canto de sus retoños.

Por otra parte y basándose en los conocimientos científicos, en especial en la Genética, encontramos una segunda postura que, frente a la respuesta anterior, carente de fundamento científico alguno, explica que el canario, como todo ser vivo, recibe a partes iguales la imformación genética de sus progenitores. La consecuencia lógica de esto es que la influencia en el canto de los hijos se reparte a partes iguales, en teoría, entre ambos padres. Otra cosa es que por factores morfológicos o por factores externos el canto del joven canario se haya decantado hacia uno u otro lado. Así, por ejemplo, cuando morfológicamente el hijo se parece más a uno de los progenitores, cuyos genes habrán dominado a los del otro, o, también, cuando éste copia la melodía de otros ejemplares, de la línea paterna o materna.

Pueden darse dominancias de los genes que rigen la herencia del canto de uno de los reproductores, tema del que queda mucho, por no decir todo, que estudiar, pero esto ocurre tanto respecto a los genes de la madre como a los del padre. No existe ninguna regla general que apoye que la madre tiene más influencia que el padre en el canto de su descendencia, ni al contrario. Cuando la herencia de un progenitor, en el aspecto canoro, prima sobre la del otro, se debe a circunstancias concretas, que no admiten generalización.

Aquellos que defienden la preeminencia de la herencia materna sobre la paterna en el canto lo hacen al constatar el hecho empírico y lógico de que el canto de los hijos es diferente al del padre. Pero eso es así porque, en la mayor parte de los casos, es fruto de la interrelación de ambas herencias, independientemente de cuál prime en el caso concreto no porque la hembra aporte más que el macho. Cuando cruzamos un canario verde con una canaria amarilla se da una herencia intermedia, producto de la cual los ejemplares resultantes son píos o manchados, la distribución de las zonas lipocrómicas o melánicas se produce al azar, hay ejemplares más verdes y ejemplares más amarillos, además, en ocasiones, aparecen ejemplares verdes o amarillos. En el ejemplo anterior, ¿podemos decir que la herencia materna influye más en el color de la descendencia por presentar ésta zonas amarillas en el plumaje? De la misma manera, vemos que hay canarios producto de este cruce en cuyo plumaje prima un color u otro, sin que haya otro motivo, en principio, que el azar para ello. Lo mismo ocurre con la base genética del canto del canario, el azar determinará que domine la línea materna o la paterna, o que haya una codominancia o herencia intermedia.

Podemos resumir odo lo dicho hasta ahora diciendo que hay que tener siempre presente la teoría, pero también tenemos que tener en cuenta que la teoría es eso, teoría, y que en la realidad no siempre se cumple, máxime cuando hablamos de Genética. Imaginemos por un instante que conocemos todas las características que pueden aportar unos padres a su descendencia, ojalá fuera posible, en este suspuesto sucedería lo mismo que si conocemos todos los números que van a integrar el deseado Gordo de la Lotería de Navidad pero ignoramos su orden final. El azar es caprichoso y por mucho que el ego humano lo lamente, no está en nuestras manos el control pleno sobre los mecanismos de la herencia. Nadie puede saber, con absoluta certeza, al hacer un cruce, si el produco del mismo va a ser bueno, mediocre o malo. Como se suele decir "nunca se sabe donde puede saltar la liebre".

Consideraciones sobre la herencia de los canarios de canto II

Consideraciones sobre la herencia de los canarios de canto IV