Revista Pájaros, 2ª época, nº 5, 1968

Ha pasado mucho tiempo; casi veinte años desde que un grupo de entusiastas canaricultores se reunieron para confeccionar un Código para juzgar los canarios del país en los concursos.
Antes de este intento de codificar el canto del canario que nos ocupa, esta labor de enjuiciamiento se realizaba de una manera empírica. Se premiaba al canario que más cantaba, al que tenía la voz melodiosa o bien al que más gustaba al juez. Nunca de una manera reglada, clara, concisa y preestablecida, como actualmente se hace. No debemos olvidar en este momento al canaricultor (que hizo posible este Código; me refiero a don Alejandro Garrido, que presidio y enfocó las discusiones y trabajos para llevar a buen fin la realización del referido Código.
Entonces, a partir de este momento, los concursos de timbrado fueron algo serio y formal, reglamentado. Del empirismo se pasó al dominio del canto del pájaro, con expresión del valor en signos aritméticos de cada nota que el pájaro emitía. Los concursos de "canto timbrado" empezaron a tener el auge y la brillantez que podían tener con los ejemplares de aquella época. Fue la primera selección seria que se realizaba desde nuestra guerra civil.
No olvidemos ni por un instante que los cultivadores de este canario (de aquel entonces) no disponían más que de contados ejemplares puros; la mayoría eran mestizos de otras razas. El material básico para la cría y el concurso no era bueno. El "primitivo Código" fue elaborado con "pájaros delante"; con los mejores canarios del país que había entonces.
Este canario, aunque no perfecto, por el contrario muy imperfecto, tenía en cambio algunas buenas cualidades: alegría en su repertorio, metalicidad de voz, buena dicción y, sobre todas sus cualidades, la buena reproducción, su fácil proliferación.
Las cualidades indicadas hicieron que se fuera imponiendo paulatinamente sobre otras variedades que habían comenzado con mejor base y más pureza de raza en su origen. Al aumentar el número de criadores y, a su vez, el de pájaros anillados anualmente; al celebrarse más concursos en España, obligó a una nueva selección en la calidad de los productos. Ya cualquier aficionado apreciaba la diferencia de calidad entre un "buen timbrado" y un "timbrado de los primeros tiempos".
Los aficionados se capacitaban en la interpretación del canto mediante revistas (que eran varias), exigiendo, por tanto, mejores ejemplares para sus criaderos.
A su vez el Sindicato Nacional de Ganadería y las sociedades canaricultoras crearon sus jueces expertos, y, finalmente, mediante unas gestiones llevadas a buen término por una de estas sociedades ornitológicas privadas, concretamente la F.O.E., el Código primitivo, ligeramente retocado, fue reconocido internacionalmente. Ya tenemos buenos timbrados. Ya es reconocido internacionalmente nuestro canario. Ya se puede competir dentro y fuera de España como cualquiera de las otras razas. Todo un éxito. Un esfuerzo gigantesco por parte de todos. Pues bien, el mayor avance viene después, rápido, tan rápido que aquel Código Internacional, el actualmente en vigor, no nos sirve en la actualidad, se nos ha quedado pequeño. No nos sirve para juzgar al ejemplar excepcional que de vez en cuando nos ponen delante para juzgar en un concurso. Por suerte, estos ejemplares excepcionales van siendo muy frecuentes.
Intentaré explicarme: Con el vigente código podemos juzgar con equidad y Justicia el 80 por 100 de los timbrados de un certamen, pero hay un 20 por 100 de canarios que no tienen planilla para reflejar lo que han cantado. Esto que afirmo no es nada nuevo ni personal, pero es una inquietud de superación en la mejora de la raza que no puedo renunciar a exponerla.
Muchos expertos han escrito sobre este tema, sacando muy diversas conclusiones. Así, Cayetano Pérez Manso, de Oviedo, en el número 16 de "Pájaros" de agosto 1961, dice: "La perfección del canto del timbrado actual exige la reforma del código", y sigue: "Los canarios de Oviedo no fueron destacados antes porque aun teniendo un bonito conjunto de 'los llamados "floreos" y notas compuestas, carecen de algunas notas que aunque de baja puntuación, influyen en la calificación final, dándose el caso de resultar premiados otros pájaros que a pesar de tener un canto más vulgar, están seleccionados con arreglo al referido Código en vigor.
José Lacomba (Madrid), en el número 17 de "Pájaros" de octubre de 1961. Dice: "Cualquier reforma del Código en vigor para juzgar canto timbrado debe meditarse". Y sigue diciendo; ''Es cierto que cada año vamos oyendo pájaros de canto más bello, con notas distintas a las primitivas". ''Canarios timbrados que ya no dicen el "chau-chau" ni el "piau-piau"; pero porque existan algunos de estos pájaros, ¿hay motivo para desechar un Código?"
Santiago Ruiz Ruiz (Madrid). En el número 15 de "Pájaros" de junio 1961. Dice: Superación del canto del canario del país. ''Hay otro problema aún mayor que esta actitud parcial. Se trata del Código vigente para Juzgar canarios del país. El que actualmente tenemos en vigor está fuera de uso, cuando tenemos que juzgar algún ejemplar de categoría".
Ahora digo yo: No creo actuemos con Justicia en un certamen cuando con el actual Código en la mano no tenemos más remedio que puntuar notas de fácil emisión como son el "chau-chau" y "piau-piau" vulgares (sin modulación) o la monótona castañuela moderna; pues la buena, la limpia, antigua de buenos pájaros timbrados... ya hace años que no se oye. En contra de ésto, a un buen timbrado que emite cinco o seis cloqueos de pájaro silvestre no podemos puntuarle más que uno; el mejor emitido.
Referente a la forma de emisión de estas notas, que personalmente no juzgo de mérito a las que anteriormente hice mención en boca del señor Lacomba, he de decir que los actuales "campeones de pega" emiten un "chau-chau" y un "piau-piau" inexpresivo y monótono, pero, sin embargo, considero de mérito y debe ser puntuable la referida nota modulada o en nota lenta, tal como lo dicen multitud de canarios timbrados asturianos. No olvidemos que esta nota ha sido la base de discusión de nuestros detractores y siempre nos han negado calidad a los canarios que la hacían, debido sin duda a no haber oído la referida nota en su verdadera belleza y bien realizada.
A continuación inserto un modelo de planilla facilitada por un canaricultor asturiano, que a su vez es un juez experto en la modalidad y dotado de una gran inquietud por la selección y el perfeccionamiento de nuestra raza.
De la simple observación de este proyecto de planilla se destacan los siguientes interesantes hechos:
1.º Vuelven a aparecer en las planillas las "llamadas". Nota con la que el pájaro nos avisa que va a comenzar a cantar. Existen en el primitivo Código y que después fue "escamoteada" sin motivo justificado. Algunas de estas notas eran y son de una indudable belleza y sin género de duda de más difícil ejecución que otras notas que se han conservado y persisten en el actual Código.
2.º De los timbres sólo persiste el agudo o metálico, genérico del canario del país. El intermedio y el grave han sido siempre 'un cajón de sastre'' del Código. Prestándose sobre todo el grave a enconadas discusiones sobre si la forma de emisión es como tal timbre o como nota rulada.
3.º Notas de agua. El canario país o timbrado es un gran divo en la realización de esta nota, casi siempre corno cloqueo o floreo, pero nunca como nota rulada o rulo de agua.
4.º Los cloqueos, variados y bellísimos, deben ser mantenidos en la futura planilla con la puntuación actual; pero deben puntuarse de una manera independiente a las notas de agua en cloqueo. La nota que nos ocupa ha sido discutida en el sentido de que nuestro canario no la hace. Al ser demostrada su existencia se discutió su denominación. Muchos detractores de esta raza afirman que la palabra cloqueo es una definición que no expresa nada. Yo opino que es una denominación apropiada a la referida nota cuando ornitólogos de la talla de Roger Peterson, Cuy Mauntfort y Hobson, al describir una nota de los pájaros silvestres, tal como hacen con el estornino pinto, la denominan cloqueo y no gorjeo.
5.º Notas silvestres. Ahora viene un capítulo muy discutido. El canario país o timbrado intercala en su canto, notas de los más dispares pájaros silvestres, con el mismo formato de emisión (aunque no con la misma voz) que los gorgeos líquidos (aquí sí digo gorgeos) de los mirlos, otros zorzales, colirrojo real, jilguero, lugano, pardillo y pinzón común.
Muchos de los aficionados que lean este modesto trabajo, recordarán algunos canarios timbrados que parecían haber sido enseñados a cantar en un bosque por su gran parecido con las mirladas de pájaros silvestres.
Después de esta larga exposición de hechos quisiera llegar a la conciencia de todos, para buscar una fórmula que nos permita puntuar con fidelidad a un canario timbrado que emite menos notas que otro de largo repertorio, pero vulgar en su emisión; sin notas de valor extremadamente alto. En resumen, una medianía que hay que descartar para dar paso al excepcional que ya existe en abundancia.
La inquietud por la renovación y perfeccionamiento de nuestro pájaro va en aumento día por día y los renovadores vamos siendo legión. Se hace cada día más acuciante la necesidad de una reforma del Código, o por lo menos una unificación del Código o de los criterios arbitrales de los jueces; para poder juzgar este nuevo timbrado selecto, bellísimo, que se nos echa materialmente encima sin tener Código a la medida. No quisiera acabar este artículo sin lanzar una consigna a todos los criadores de esta raza. No debéis consentir que vuestros timbrados sean juzgados en vuestros concursos más que por jueces idóneos de esta modalidad, pues uno de los factores (quizá el único) que frena este desarrollo expansivo de nuestra querida afición es el salir del paso en un concurso con el señor "sabelotodo", especialista en nada, que se Juzga él sólito un certamen.