Siempre he quedado maravillado con los artículos sobre genética aplicada a la canaricultura de color. Cómo están localizados y catalogados los genes y de los distintos desarrollos atendiendo a las leyes mendelianas en cuanto a las combinaciones de los mismos y sus porcentajes correspondientes.
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Cada vez que veía una de estas publicaciones me venía a la mente la siguiente pregunta: ¿Qué pasa con los canarios de canto, es que no hay estudios referentes a la transmisión genética del canto y de la posible aplicación de las leyes de Mendel?
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Lamentablemente no he encontrado abundante documentación sobre este tema y la poca que hay es muy confusa.
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Hay estudios realizados por universidades norteamericanas muy buenos, pero que no nos son validos ya que se realizan sobre pájaros silvestres y nosotros partimos de un pájaro muy seleccionado genéticamente para el desarrollo de una estructura muy especifica de canto.
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Ante esta realidad, quiero exponer mi experiencia con la cría de un canario de canto muy particular. Es un canario criado en consanguinidad muchos años atrás y persiguiendo un tipo de canto y fenotipo muy especifico.
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Para mi, fue una sorpresa cuando comprobé que había criadores (de Canto Español y de Roller) que criaban los canarios siguiendo verdaderos árboles genealógicos de seis generaciones atrás. En éstos, algunos ejemplares aparecían varias veces: “en primera y segunda, hijo vuelto a madre”,incluso creando auténticos laberintos familiares.
En este momento me vino una idea “¿Estará aquí la piedra filosofal o ese cruce mágico para obtener auténticos campeones?” Fue entonces cuando memorice todos los pedigríes de mis pájaros y tras muchas horas de observación, sin hallar dicho cruce mágico, comprobé que sí había una continua repetición de ciertos ejemplares (machos o hembras indistintamente) pudiéndose hablar de ramas o familias referentes a dichos ejemplares.
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Fue entonces cuando cambie la búsqueda de “tantos por cientos o cruces mágicos” por la simple observación de la evolución que tenían los ejemplares, manteniendo los árboles genealógicos como meros controles de cría.
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En estas observaciones obtuve varias conclusiones:
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- La morfología del canto (ritmo, sonoridad, estructura, predisposición a las nasales ) al igual que ciertos giros (floreos, compuestas, rodadas) son hereditarios.
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- La transmisión genética de un canario no se realiza siempre del mismo modo, estando muy vinculada a la de su pareja. Cada canario se comporta en virtud del emparejamiento que se realice.
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Debe quedar claro que el canto se trasmite genéticamente pero sin unos parámetros fijos, pudiendo incluso variar para los hermanos de nido que no siendo campeones pueden ser portadores.
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Por todo esto, es necesaria una constante observación de la transmisión efectuada en todas las parejas realizadas. Esta labor también hay que realizarla entre varios criadores, de forma seria, sin ambigüedades ni ocultismos, probando todas las posibilidades dentro de una familia de pájaros.
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Es obvio que un solo criador no puede realizar todas las combinaciones posibles con los hermanos y hermanas de un campeón.
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Quiero terminar este artículo, remarcando que la única forma de trabajar una línea es en consanguinidad abierta y cerrada. Entiendo por línea, a un mismo entronque o árbol de pájaros con unas características definidas y estables de canto. Todos ellos con algún ascendiente común en tercera o cuarta generación. Este árbol se ramifica siguiendo una consanguinidad cerrada. Realizándose más tarde la consanguinidad abierta entre los extremos de las ramas. Es cierto que con la “cerrada”, hijos a padres o nietos a abuelos se produce un cierto retroceso, pero ahí es donde hay que buscar esos posibles portadores que mantengan o incrementen las virtudes genéticas de los ejemplares. Para luego recurrir a la “abierta” como apertura. Insisto en no intentar buscar tantos por cientos ni desarrollos fijos. Es la observación de la evolución la que tiene que primar en el trabajo.
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