Revista Pájaros 1ª época, nº 14, 1961.


Con admiración dedico este artículo a los aficionados asturianos Sres. Valle y Ecalle, que en la presente temporada han dado un gigantesco avance en la perfección del canto del canario del País.
Siempre hemos sido amantes de esta raza de canarios de canto viril, metálico y variado. Durante años hemos cultivado su cría y selección, sin haber logrado nunca una perfección absoluta en su repertorio.
El aficionado a esta rama, a pesar de que posea un plantel de pájaros seleccionados y bastante bien cantados con arreglo al Código en vigor, nunca veía colmadas sus aspiraciones de perfección y siempre deseaba perfeccionar y superar los defectos que paulatinamente iban surgiendo en su plantel. En la cría del canario de esta variedad no puede existir el desánimo ni la apatía.
Nuestro pájaro en estos últimos tiempos no ha sido perfecto debido a la influencia de múltiples vicisitudes por las que ha pasado. De todos es sabido que antes de nuestra Cruzada este canario era muy apreciado dentro y fuera de España, y que más tarde, debido a su casi total extinción y a la dificultad de adquisición de alimentos para ellos, estuvieron a punto de desaparecer.
Coincidiendo con esta adversidad aun sufrió nuestro pájaro otra mayor: la influencia de la moda. Comenzó a predominar el canario Roller (denominado vulgarmente clásico o flauta), que con todo derecho se hizo el dueño absoluto de los criaderos. Sin embargo, otras variedades, sin ninguna justificación aparente, invadieron nuestra Península, imperando en el ánimo de todos los criadores que carecían de tesón y paciencia para esperar el resurgir de las bondades del canario que nos ocupa. Nos referimos aquí a los canarios de color y postura y a ese sin fin de mestizos que todos hemos conocido.
El canario del País dejó de cultivarse y casi desapareció de nuestra Patria. Quedaron algunos núcleos dispersos donde de vez en cuando (muy de tarde en tarde) podíamos encontrar algún que otro ejemplar puro. Como ejemplo de esta supervivencia podemos citar algunas localidades de Lérida y Gerona, en Cataluña; Aviles, en Asturias; Cartagena, en Murcia, Córdoba, en Andalucía, y algunos pueblos manchegos. No acaban aquí nuestras desgracias, pues algunos de estos pocos núcleos de pureza racial desaparecen más tarde. Este es el caso del núcleo asturiano de Aviles, bastardeado por la pretensión de obtener ejemplares que cantando genuinamente del país tuvieran cabida dentro de los Concursos de color en sus variedades limón y rosa. Al catalán le ocurre algo similar, pues sacrifican el canto a la obtención del canario de tipo español en color.
La falta de ejemplares puros en cantidad, hace que los aficionados tengan que disponer de sementales para la cría que están muy lejos de la perfección en su repertorio. Para esos crucen siguen dos caminos:
1. Hacia un pájaro definido por unos caracteres morfológicos determinados (longitud de pico a cola, anchura de hombros, longitud de pata determinada, etc., etc.). Obtenido por el cruce de pájaros más o menos puros de raza del país con ejemplares de pájaros de postura rizados (desprovistos de rizo).
2. Hacia un pájaro definido por una suavidad en las notas, con gravedad en la voz, dulzura y melodía, así como la carencia de estridencias y rascadas. Obtenido por el cruce de canarios más o menos puros de raza País con ejemplares de sexo contrario de la raza Roller.
Los resultados en ambos casos han sido los siguientes: Primero. El canario resultante en el primer caso canta notas de las incluidas en el Código actual del País, pero con superabundancia de notas menos meritorias y más estridentes (chau-chau, piau-piau, timbres metálicos) y las terribles rascadas.
En el segundo caso el pájaro obtenido canta notas del actual Código del País intercalando notas propias del Roller (mal ejecutadas) y, sobre todo, realizando el timbre grave como un rulo imperfecto.
Muchos aficionados opinan que el pájaro del segundo caso es más bonito y más variado que el canario del País puro. Esto es un criterio personal muy respetable, pero que nosotros, los criadores del país, no podemos admitir, porque precisamente la característica primordial de la belleza del canto de nuestro pájaro es antagónica del canto rulado.
Los antiguos aficionados a esta modalidad recuerdan con cariño y nostalgia las notas metálicas, llenas, armoniosas, así como los maravillosos floreos de aquellos antiguos ejemplares. Criadores de canarios Roller nos aseguran que a pesar de no gustarles en su totalidad el repertorio de nuestro canario, le reconocen la belleza de sus notas de adorno o floreos.
Hay quien opina que los timbres de nuestro canario son verdaderos rulos y que el timbre verdadero es lo que nosotros denominamos cascabeleo. Opinión que nosotros no compartimos, pues sin tener grandes conocimientos en acústica, podemos discernir perfectamente el sonido que se asemeja al de un zumbador eléctrico agudo (timbre agudo) al producido por un pequeño cascabel agitándose rápidamente. Así las cosas, los criadores de canarios del País siempre nos hemos encontrado en inferioridad a los criadores de otras modalidades. Hemos sufrido un verdadero complejo de inferioridad, justificado en parte, por no poder presentar en determinadas ocasiones ejemplares puros y completos, que convencieran de una manera práctica y resolutiva.
Creo que ha llegado la hora de desechar esos complejos, trazarnos un camino y decirles a todos que ya tenemos canarios de canto español dignos de ser oídos donde quiera que sea. Os diré cómo ha sido logrado esto: en todas las ramas del saber, en las artes y en las profesiones, existen individuos obcecados en una idea preconcebida, que se marcan una línea de conducta definida sin que nada ni nadie sea capaz de torcerla. Esto ha ocurrido en nuestro caso. El aficionado ovetense D. Antonio Ecalle ha logrado en un año el sueño del criador del canario del País. Ha logrado un canario de dicción perfecta, de canto metálico, lleno y, sin embargo, no exento de gravedad, cantando con indescriptible reposo, con un repertorio salpicado de bellísimas notas de eco o compuestas (cinco o seis distintas en cada emisión), con variados cloqueos con un solo timbre (el metálico) y el piau, pian más bonito y silvestre que jamás hayáis podido oír. Este canario no se ha obtenido en Oviedo por generación espontánea ni por casualidad; ya los aficionados ovetenses nos tienen acostumbrados a meritorios ejemplares todos los años. Recordemos el Campeonato Ibérico de 1958. Recordemos que el Sr. Ecalle es un antiguo aficionado que domina los secretos de la Canaricultura. Estos revolucionarios canarios los ha obtenido por dos caminos distintos. Una de las ramas no lleva más que el cincuenta por ciento de la sangre de la otra y, sin embargo, el canto es más perfecto y la voz más bonita. Estos pájaros se han logrado apartándose todo lo posible de lo hasta ahora logrado; con sementales de voz metálica, con cierta dureza y desprovistos por completo de gravedad en la voz. El resultado ha sido obtener canarios que asemejan ruiseñores enjaulados.
En Madrid ya se oían buenos pájaros obtenidos por consanguinidad colateral, con predominio en su repertorio de cloqueos, notas lentas, cascabeleos y notas de eco, pero honradamente hemos de deciros que los canarios asturianos han superado total y rápidamente a todo lo que estábamos acostumbrados a oír.
El caso del Sr. Valle, de Gijón, es distinto. El cruce de un canario silvestre con canaria del País ha dado una descendencia con voz llena, con notas de adorno muy poco frecuentes, cloqueos y cascabeleos francamente buenos, voz muy metálica. Estos pájaros en Gijón son un gran avance, pues anteriormente se apreciaba mucho mestizaje (con sus típicos rulos) en casi todos los criaderos.
Queda mucho camino que recorrer, pues el repertorio de estos canarios es corto y creo es factible poderlo aumentar con nuevos cruces. Oviedo nos ha marcado el camino a seguir, volver a lo antiguo (como el Sr. Ecalle) o al canario silvestre (como el Sr. Valle), si esto fuera preciso; pero nunca inclinarse a cruzar nuestros canarios con pájaros procedentes del color ni del Roller, que sería perder el tiempo de una manera absurda y pertinaz.